Mucho se ha criticado a la reciente reforma laboral de 2012 pero no todo son malas noticias. Una de las reformas más acertada ha sido la que pone fin al chollo de las prejubilaciones para las empresas.
Cómo funciona una prejubilación
Las prejubilaciones se pactan entre empresa y trabajador, que deja de trabajar a una edad temprana, pero que se garantiza un sueldo al mes hasta que se jubilen definitivamente.
Por ejemplo. Una empresa pacta con un trabajador que deje de trabajar para ella con 55 años. Desde entonces, hasta los 65 años, el empleado prejubilado cobrará el 80% de su sueldo: pongamos que 1.700 euros.
Una vez despedido, el trabajador cobrará el paro durante 2 años (supongamos que 800 euros). La diferencia entre lo que "cobre del paro" y lo que ha pactado que va a percibir en total tras su prejubilación lo pagará la empresa que lo ha despedido (los 900 euros restantes).
Tras agotar el paro, el trabajador podrá seguir percibiendo diferentes ayudas y la empresa le seguirá pagando el resto hasta el sueldo pactado.
Este sistema hace que cada prejubilado le cueste al Estado una pasta. Al final la empresa se está aprovechando de las ayudas públicas para que el despido le cueste menos dinero ya que una parte la pagamos todos.
Las empresas de más de 500 trabajadores tendrán que indemnizar al Estado por los empleados prejubilados que tengan 50 años o más.
El objetivo es que el Estado no se tenga que hacer cargo de todo el coste que supone un prejubilado: no es justo que todos paguemos a ese nuevo parado para que la empresa pueda presumir de mejores resultados.
Las empresas se han estado beneficiando durante muchos años de las ayudas públicas para prejubilar a sus empleados, pero ya se les ha acabado el chollo.
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